Hoy es nuestro último día en París y vamos a dedicarlo a un tema muy tabú: la muerte.
Hacemos el checkout, nos guardan las maletas muy amablemente e intercambiamos un par de frases en catalán con un recepcionista colombiano que había vivido en Barcelona 4 años.
Vamos con el metro, hoy sí de pago, hasta las Catacumbas de París. Las catacumbas se construyeron en 1785 a causa del desbordamiento de muertos en los cementerios y por problemas de higiene, así que con unos 2km. de pasillos a 20 metros bajo las calles de París, apilaron huesos y calaveras dibujando formas un tanto macabras. Ahora, el lugar es un espectáculo donde acuden muchísimos turistas. ¡1 hora de cola llegando antes de abrir!
Aún habiendo mucha gente para la visita, es limitada, por lo que puedes hacerla tranquilamente y sin molestias excesivas.
Al salir, vamos en metro hasta Trocadero para ver de nuevo la Torre Eiffel mientras nos cuestionamos la decencia de lo que acabamos de ver. Ahí te lo dejamos. :)
La niebla (o contaminación) es terrible y no podemos ver la parte más alta de la torre pero las vistas, aún así, no pierden su encanto.
Caminamos hasta el Arc de Triomphe por la Avenue Kléber, una avenida de lo más chic, que nos va mostrando un lateral del arco, cada vez más cercano. El arco que celebra una de las victorias de Napoleón, es gigante y lleno de altorelieves. Debajo se encuentra la tumba del Soldado Desconocido con una llama flameante y coronas de flores que conmemoran los millones de soldados que murieron en la I Guerra Mundial.
Bajamos por los Champs-Élysées atestados de gente que va a comprar a los centros comerciales, a las tiendas más exquisitas o simplemente a pasear. Aquí se encuentra una de las pastelerías más antiguas de París, Ladurée, abierta desde 1862. Sus macarons tienen mucha fama. Hay muchísima cola y nosotros ya los comimos en Dinan (Bretaña francesa), así que seguimos nuestra ruta "de muerte".
Vamos en metro hasta nuestra última parada: el cementerio Père Lachaise. El cementerio más visitado del mundo tiene 69.000 tumbas de ricos repartidas en 44 hectáreas. Oscar Wilde, Jim Morrison, Chopin, Delacroix, Edith Piaf y algún monumento a los muertos en campos de concentración, hacen de este lugar una visita inolvidable y que te deja con una gran sensación de paz y tranquilidad.
Altamente recomendable, nunca habíamos visto nada igual.
Y aquí se acaba nuestra corta visita a una ciudad que teníamos pendiente desde hace mucho tiempo. Pero el día todavía nos depara una sorpresa desagradable cuando llegamos a Gare du Nord a coger nuestro tren RER-B para llegar al aeropuerto Charles de Gaulle.
Una persona se ha tirado a las vías del metro a las 13:00 h. y a las 17:00 todavía afecta a más de la mitad de líneas de metro y de tren. Después de mucha confusión, información errónea por megafonía y algunos nervios de más (el embarque de nuestro vuelo con EasyJet es a las 18:40 h.), nos vamos corriendo a tomar otro tren.
Finalmente, hemos hecho piña con otra pareja de Terrassa (Barcelona) que están en nuestra misma situación y tienen nuestro mismo vuelo. Un retraso en el vuelo nos ha dado 20 minutos más de margen para correr y alcanzar el embarque a tiempo. Ahora que todo ha salido bien, la verdad es que lo recuerdo muy divertido, pero podíamos habernos quedado en tierra. Aún así, valió la pena compartir el momento con ellos.
¡Hasta otra, París!
Escribe tu comentario