Día 5: Ica y Huacachina

Desayunamos temprano con el tiempo en nuestra contra: llueve y estamos en la terraza. Aún así, ¡es muy buen desayuno! :)

Vamos caminando hasta la estación de Oltursa, otra compañía de autobuses tan buena como Cruz del Sur. A pesar de llegar a Ica en unas 2 horas, nos ofrecen un tentempié. 

Al llegar a la terminal de Ica nos encontramos que tienen que abrir unas vallas enormes para dejarnos salir. Uno de los operarios nos pregunta si queremos un taxi o si viene alguien a recogernos y, al responderle que no, nos comenta que la ciudad no es muy segura, que intentemos no alejarnos del centro. La verdad es que nos acojona un poco pero decidimos ir caminando hasta nuestro hotel que está a unos 10 minutos andando. 

El Gran Hotel Ica es una de las mejores opciones que encontramos a nivel de calidad-precio. En Huacachina los alojamientos suelen ser más caros aunque hay muchas más opciones. 

Como nuestro anterior hotel, el sellado de las ventanas brilla por su ausencia. Ica es una ciudad que tiene un toque asiático: tuk-tuks por todas partes, mucho calor y pitidos y más pitidos, así que la noche va a ser un poco movidita debido al ruido. Por suerte para nosotros, dormimos como troncos. :)

Vamos hasta la plaza de armas paseando y nos parece una ciudad muy normal aunque no tiene nada especialmente destacable para visitar, así que comemos un menú en el Restaurant Puro Ica (muy económico) y vamos a comprar chocotejas, un dulce muy famoso y hay que decir que entendemos el porqué. Es una especie de bombón relleno de frutas, pecana o frutos secos y está delicioso.

Por la tarde vienen a recogernos en una furgoneta para llevarnos a la termina de buggies de Huacachina. Allí compartiremos asientos con un chico alemán, 2 peruanos, 2 chilenos y 3 españoles más, todos menores de 30 años.

Tirarse a toda velocidad por las dunas del desierto y dar saltos con el buggie es una descarga de adrenalina brutal. Atravesamos las primeras dunas hasta llegar a la parte más alta donde paramos a admirar el paisaje y practicar el sandboard. Si tampoco sueles practicar snowboard, una opción para novatos es tirarse tumbado en la tabla. ¡Es muy divertido!

Seguimos con la ruta hasta llegar a un alto donde puede observarse el oasis de Huacachina al atardecer, con todas sus luces encendidas. Sentarse en la arena a admirar el paisaje, rodeados de arena, es tremendamente relajante y perfecto para suavizar la aventura que acabamos de tener. 

Volvemos a Ica para darnos una buena ducha y quitarnos los restos de arena. Mañana nos espera otro viajecito en bus hasta la famosa ciudad de Nasca.