Llegamos al aeropuerto internacional de Praga, Ruzyne, a las 21:00 h. y vamos directos a por nuestro coche de alquiler. Hemos decidido alquilar un coche propio para poder hacer una excursión a Terezin y para ir cómodamente hasta nuestro hotel, que está fuera del centro. En este viaje, Cristian no nos acompaña a mi amiga Marta y a mi. :(
Nos alojamos en el Hotel Trevi, un pequeño hotel bastante sencillo y con un buen precio. Tiene buena combinación para los desplazamientos en metro, que es al lugar donde vamos para empezar esta ruta después de desayunar.
Nos sorprenden las estaciones de metro por su diseño moderno y el aire fresco que corre por los andenes, que es de agradecer cuando el calor en verano es sofocante.
Bajamos en la parada Můstek para ir a visitar la Plaza Wenceslao, un lugar emblemático por las manifestaciones políticas que se han dado a lo largo de la historia de la ciudad. Allí se encuentra la estatua de San Wenceslao y un pequeño santuario a los mártires del comunismo.
Seguimos callejeando hasta la ciudad vieja, Staré Mĕsto, el corazón de Praga y la parte más antigua de la ciudad. Al primer lugar donde llegamos es al famoso Puente de Carlos (Karlův Most), un puente de piedra de 1357 con más de 30 esculturas de adorno que sirve de espacio para músicos, artistas y bohemios de todo tipo.
El puente une la ciudad vieja con el barrio de Malá Strana, cruzando por encima del río Moldavia, y ahí es donde vamos a ir. Caminamos hasta el final del puente y bajamos por la parte derecha hasta la calle Vinarna Certovka, ¡la calle más estrecha del mundo!. Tiene un semáforo para peatones porque no pueden pasar 2 personas a la vez.
Continuamos la ruta por esta parte del río hasta el Museo de Franz Kafka. Aunque no seas fan de este genial autor, la entrada presenta 2 esculturas en movimiento que están haciendo una buena meada, no deberías perdértelas. Teniendo en cuenta el amor-odio que tenía Kafka a su ciudad, me parece muy adecuada esta representación en el patio del museo. :)
Cruzamos hacia la ciudad vieja de nuevo por el puente Mánesův, en paralelo con el Puente de Carlos. Aunque no es igual de bello, ofrece unas buenas vistas y es la puerta de entrada al barrio de Josejov, el antiguo barrio judío.
Hoy es un barrio de clase alta que alberga los mejores restaurantes y tiendas de la ciudad pero antaño no fue así. Fue un gueto amurallado que sufrió una serie de desdichas que no mejoraron con el paso de la historia. Actualmente, residen unos 1500 judíos aproximadamente.
Las sinagogas se conservan en muy buen estado porque, curiosamente, Hitler quería convertir ese gueto en un museo viviente de una raza extinta.
La Sinagoga Klausen está restaurada y es bellísima. Contiene una exposición con antiguos manuscritos judíos, símbolos religiosos, gorros bordados y otros objetos religiosos.
La Sinagoga Staronová (Vieja-Nueva) es la más antigua de Europa y es un museo viviente en sí mismo. Todavía se usa hoy en día, así que puede que la encuentres cerrada si se está celebrando el sabbath.
El antiguo cementerio judío es uno de los más antiguos de Europa y es tremendamente emotivo. Es difícil contener las lágrimas cuando se ven las lápidas amontonadas unas encima de otras. Hay más de 100.000 cuerpos enterrados en diversas capas, bajo esa tierra que parece sumergirse en una escena muy decadente.
En este mismo cementerio se encuentra el rabino Löw, el creador de la historia del Golem de Praga. Un monstruo hecho de barro que acabó enloqueciendo.
Después de una comida rápida, vamos paseando hasta el centro de nuevo, hasta la Plaza de la Ciudad Vieja, el punto neurálgico de la ciudad. Una amplia plaza con la estatua de Jan Hus, padre del protestantismo checo, rodeada de cafeterías, fachadas multicolores, puestos de artesanía, paradas de comida rápida local, músicos y hordas de turistas.
En el antiguo ayuntamiento, un edificio del s. XIV, encontramos el famoso Reloj Astronómico que es símbolo de Praga a nivel internacional. Señala las horas, los meses, las estaciones, el zodiaco, el recorrido del sol y los festivos cristianos. Su principal atracción sucede a las horas en punto, cuando la figura de la muerte toca la campana y aparecen los 12 apóstoles por unas ventanas.
Y allí acabamos nuestra jornada, tomando unas buenas cervezas refrescantes y comiendo unas utopenci, una especie de salchichas encurtidas bastante curiosas.
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