
Arequipa ha sido la gran sorpresa del viaje. La segunda ciudad más importante del Perú no tiene nada que envidiar a Lima, ni en gastronomía, ni en cultura ni en belleza.
Llegamos caminando hasta la Plaza de Armas y las vistas son impresionantes. La Catedral queda a la sombra de un volcán activo de casi 6000 m. de altura, el Misti. El resto de la plaza se cierra de pórticos con columnas y balcones llenos de terrazas de restaurantes. Como todas las ciudades peruanas, los claxons de los coches son los que ambientan el paisaje.

Damos un paseo por sus bonitas calles hasta el Monasterio de Santa Catalina, un conjunto de edificaciones tan grandes que parece una ciudad dentro de otra ciudad.
Este lugar se construyó en 1580 y está prácticamente intacto. Pueden visitarse los diferentes claustros y patios, las capillas, las salas comunes, las habitaciones de las novicias y monjas, las cocinas y muchos otros lugares de interés. Es una visita totalmente obligada.

Después de admirar este impresionante lugar, vamos a comer a un lugar muy especial, el Sonccollay. ¡Es el único restaurante preinca del mundo! Se cocina de manera tradicional y todos los productos son los utilizados en aquella época.
Probamos el famoso cuy, una especie de cobaya que nos cocinaron en piedra volcánica, así como el exquisito lomo de alpaca. Todo aderezado con varias clases de patatas asadas, rocotos, tomates, etc. Vino de Ica de acompañamiento y vajilla de barro. De postre, fruta natural bañada en cacao de verdad, lo más denso y delicioso que hemos probado en mucho tiempo.
Walter, el dueño, un hombre culto y amable, nos invitó a un pisco digestivo y nos contó muchas curiosidades de Arequipa, además de dejarnos subir a su azotea para poder contemplar las vistas.
Después de esta comilona, aprovechamos para hacer una buena siesta. :)
Por la tarde, descubrimos el mercado de artesanía que hay en uno de los laterales de la plaza. Entre la gran cantidad de puestos se puede encontrar ropa tejida a mano con lana de alpaca, peluches, cerámicas, bisutería, etc. Vale la pena dar una vuelta por su interior para ver el ambiente.
A las 19 am. quedamos con el que será nuestro guía los próximos días. Otro Walter nos guiará durante 2 días por uno de los cañones más profundos del mundo, el Cañón del Colca. Nos vendrán a buscar a las 6 de la mañana, así que nos vamos rápidamente a descansar pues nos espera un día agotador.
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