
A las 6 de la mañana vienen a recogernos al hotel, Walter y Vladimir (el chófer) acompañados de otros 2 compañeros de viaje canadienses. En el hotel nos prepara un desayuno para llevar que estaba incluido con la habitación pero que no podemos tomar allí por la hora. Lo pedimos el día anterior y no nos pusieron ningún tipo de problema.
Iniciamos el recorrido lentamente hacia la Reserva Nacional Salinas - Aguada Blanca y hacemos la primera parada en medio de la nada, en un pequeño local solitario que nos proporciona el primer mate de coca del día para combatir el mal de altura. Estamos a la sombra del volcán Chachani, en la Pampa de Arrieros. Está a 1 hora y media de Arequipa.
A partir de este punto comenzamos a ver manadas de vicuñas y de guanacos. ¡Son preciosas! Un espectáculo visual que jamás olvidaremos. Entre toda la fauna se encuentran algunas casas de piedra que pertenecen a lugareños andinos que viven de la agricultura y la ganadería. Una vida muy dura a esa altura y en esas condiciones.

Continuamos la ruta hasta el punto más alto, el Mirador de los Andes, que está a 4850 m. de altura y hacemos una parada para admirar las vistas y descubrir una especie autóctona de roedor que se llama Vizcacha. En este punto, el oxígeno sí se nota cómo escasea dentro del cuerpo.
Seguimos el viaje pasando de largo por Chivay, el pueblo más grande de esa zona y donde se suele alojar todos los turistas. Llegamos a Coporaque, un pequeño pueblo del valle donde iniciamos un pequeño trekking subiendo una de las laderas de la montaña hasta llegar a un asentamiento preinca donde encontramos todavía restos humanos y ofrendas a los apus.
A pesar de ser un trayecto corto aunque con una buena pendiente, se hace muy costoso por la falta de oxígeno. Desde arriba, podemos ver las terrazas cultivadas en las laderas de las montañas.

Al bajar, vamos a comer a casa de una familia del pueblo que nos preparan una deliciosa comida al más puro estilo andino.
Seguimos la ruta para hacer otro trekking por un camino un tanto enfangado hasta llegar a un puente que cruza el cañón y que nos ofrece unas vistas muy impresionantes.
Seguimos la ruta hasta el pueblo de Lari, a 3405 m. de altura. Visitamos su iglesia, una muestra perfecta de la mezcla del catolicismo y la religión de los incas. Es una iglesia barroca, humilde y con unos personajes mestizos muy peculiares.

El día se acaba en Cabanaconde, el pueblo donde vamos a alojarnos. Se trata de un refugio para montañistas con habitaciones sencillas, de altos techos y con unos servicios bastante precarios. Hace un frío espantoso a esas alturas y el radiador que tenemos no es capaz de calentar la habitación. Tampoco tenemos agua caliente en la ducha.
El pequeño buffet que tiene el albergue también es sencillo pero suficiente para reconfortarnos y calentarnos un poco. El ambiente que se respira es el típico de excursionistas destrozados pero con energía y que son capaces de aguantar lo que sea! :)
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