
Después de un buen desayuno caliente, cosa que nos hace mucha falta, nos despedimos de esta maravillosa y amable familia y volvemos rumbo a Puno atravesando de nuevo el Lago Titicaca. Qué experiencia y qué recuerdos más inolvidables hemos tenido aquí.
De nuevo en Puno, cogemos un autobús que nos lleva hasta el aeropuerto de Juliaca, donde tomamos un vuelo hasta la ciudad de Cusco o Cuzco, como "castellanizaron" los españoles. El vuelo ha tenido bastantes turbulencias. Pasar por la cordillera de los Andes viendo las montañas a la altura del avión, es bastante acojonante.
En el aeropuerto nos espera el transporte que nos incluía el Hotel Rojas, un hotel bastante céntrico que aprovecha el espacio de una casa colonial y que tiene una buena relación calidad-precio. Al parecer, el transporte que nos viene a recoger es una guía independiente que intenta vendernos tours y excursiones constantemente. Se sorprende de que no tengamos ninguna agencia y por fin se da por vencida.

Vamos a visitar la Plaza de Armas. ¡Cómo se nota que es el punto de partida para las visitas a Machu Picchu! Hay muchísima gente y mucho más turístico que en el resto de lugares que hemos visitado. Aún así, el lugar lo merece.
Visitamos la catedral con audioguía, callejeamos por alrededor de la plaza y paramos en un café vintage encantador a tomar unos buenos carajillos de Baileys, el Café y Chocolate.
Por la noche, vamos a cenar al famoso restaurante del chef Gastón Acurio, el Chicha. Es un restaurante bastante elegante, con un buen servicio y muy buena carta. La relación calidad-precio tampoco está nada mal aunque hay restaurante más asequibles e igualmente buenos. Pero no podíamos dejar pasar la oportunidad de descubrir por qué tiene tanta fama. Lo recomendamos.
Escribe tu comentario